Nos cuenta un cliente…
“Quiero llegar de la carnicería y no entrar ni en casa con la compra”.
En casa todo bien.
Se refería a que quería una barbacoa como Dios manda.
Y no una de esas que al cabo de de dos años te tira el Ayuntamiento al suelo porque llamaste a cuatro indocumentados para que te la hicieran, no.
No es que un indocumentado trabaje mal.
No.
Lo que pasa es que no entiende de documentos.
No te sabe calcular si tú legalmente te la puedes hacer.
Aquí es cuando debería haber soltado palabras (o palabros, o palebres) como edificabilidad y tal, para dármelas como de que entiendo, pero sigamos.

Pues eso, que la hicimos y nuestro cliente ni se moja cuando llueve ni pasa por casa con sus chuletitas.
Ya entran cocinadas con aroma de leña de almendro.
PD1: las paellas que hace ni te cuento.

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